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miércoles, 26 de septiembre de 2012

No podía creer que te hubiera crecido tanto el corazón...solamente nos habíamos visto una vez. Era increible ese resultado tan de pronto. Es verdad que fuimos muy cariñosos ambos, pero no creo que haya sido sufiente para tanta afloración de amor. Tu estabas feliz. Yo no sabía qué hacer con toda esa felicidad que te desbordaba por todos los poros de la piel...quéría que fueramos a un lugar apartado y que pudieramos conversar largo y tendido...pero a veces me desanimaba y quería que regresaramos al hotel a beber unas cervezas y dormir..creo que fue lol mejor...

 

jueves, 20 de septiembre de 2012

CRÓNICA DE T/ UN VERSO PASAJERO

Crónica de T
Cada vez que te aproximas al teatro algo sucede dentro de ti: tus tripas suenan como preparándose a un suculento festín. Tu cerebro se llena de dudas atroces y empiezas a girar y girar en torno a ti mismo como si te hubieran clavado un pie en el suelo. La oscuridad de la sala se condice con la oscuridad de tu alma. Y solo esperas un haz de luz para salir de tu encierro: buscar la libertad en el horizonte de las palabras.
Los actores son mensajeros de esa luz y representan la vida que te falta por vivir, por venir, senderos que debes caminar a partir de hoy y para siempre. Eso pasó en una obra que vi  ayer –de Gonzalo Rodríguez del Risco-.Un muchacho en estado de coma que se convierte en el catalizador de toda su familia. Su experiencia familiar se figura ante sus ojos como una Odisea difícil de creer, pero que es.
La madre lo acompaña en esta prueba, pero deposita en él –a sabiendas que no le puede responder, acaso sí repara en lo que dice- todo ese vómito negro que acumuló en sus años de casada. El hermano le confía el secreto de su homosexualidad, cosa que no ha hecho ante nadie. Su hermana le brinda toda la alegría que puede almacenar sabiendo que sus energías son minúsculas frente al hecho de hallar a su hermano postrado e inmóvil. Luego también lo hará “partícipe” de su primera aventura erótica llena de culpa.
Todo esto desfila ante tus ojos como algo ante lo cual tú debes ser el juez y determinar la veracidad o no de las emociones y sentimientos que dimanan del escenario. No puedes fallar. No puedes absolutamente fallar.
Tu eficacia reposa en ese ojo avisor forjado en diez mil jornadas teatrales. Todos confían en ti. Acaso tu mismo eres el único que flaquea a la hora de determinar tu eficacia.
De pronto el detonante de la sanación del joven postrado te pone ante la incógnita: ¿será posible que el joven pueda recordar los secretos compartidos durante su viaje inconsciente? Al parecer el título de la obra prescribe el silencio –todo quedará como UN VERSO PASAJERO- palabras que llegan y se van impresionando levemente la experiencia del oyente. Santo remedio a toda la culpa familiar que como una catarsis o una sesión psicoanalítica quedará guardada en el desván de las cosas olvidadas –desde donde no podrán intervenir en la salud mental de los integrantes de esta singular familia.
Llegas a sacar tu cuenta de lo aprendido. Todo aquello que nos duele, puede ser parte de una expiación sí y solo sí encuentras el momento de evacuarlo para que no siga corroyendo el alma.
Sales de la sala con la sensación de haber expiado tú también tus culpas. Te sientes en suma más aligerado de todo ese peso que no solo era parte de la ficción teatral sino que también había habitado en ti por no sabes cuánto tiempo.
Tus miedos, tus frustraciones, tus fobias son reducidas a la mínima expresión; consiguiendo volverse un peso insignificante y con tendencia a disminuir en cuanto encuentres-como ahora- el canal de expresión adecuado.
Gonzalo Rodríguez Risco hizo el milagro y solo se trató de una obra de teatro construida para vencer todos los prejuicios por más corrosivos que se hayan mostrado en tu experiencia subjetiva, por más daño que le hayan hecho a tu yo y a tu ello freudiano. NO HAY TRAUMA POR MÁS PODEROSO QUE FUERA QUE NO SUCUMBA ANTE LA VERDAD DEL TEATRO…verdad que expone en varias caras del espejo del alma y permite su destilación favorable; una digestión necesaria que también facilita el teatro y que como vemos pocos tienen acceso a su desenlace.
Por lo pronto obras como UN VERSO PASAJERO lo están promoviendo para la salud espiritual de sus concurrentes y de todos aquellos que crean que estos pesos y fatigas del alma son nuestros eternos compañeros. El cambio es saludable. Volvemos a mirarnos con la frescura que nunca debimos perder ante problema  humano alguno. Volvemos a respirar el aire de la tolerancia que sin él es una cuesta arriba constante el existir.
El secreto consiste en formular la esencia del conflicto con una dosis de honestidad de la que los actores que dominan su oficio pueden ofrecer.
Al final te quedas con la idea de frecuentar a este grupo de actores que te han hecho vivir un momento memorable. Digno de una crónica como esta y muchas más.
                                                                                      LP.
                                                                                         2-set-2012